Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
TU PALABRA.
Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
TU PALABRA.
Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
TU PALABRA.
Llévame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
TU PALABRA.
Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
TU PALABRA.
Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
TU PALABRA.
Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
TU PALABRA.
Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
TU PALABRA.
Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
TU PALABRA. |