Mirar como tú miras,
con ojos claros y limpios,
comprendiendo siempre al hermano.
Saberse discípulo, no tenerse por maestro
y gozar del aprendizaje diario.
Coherencia.
Almacenar bondad en el corazón,
cultivar una solidaridad real
y sentir que nos desborda el bien.
Reconocer que no todo es tierra firme,
construir sobre roca nuestra casa,
no tener miedo a huracanes y riadas.
Coherencia.
Poner por obra tus palabras,
hablar con el lenguaje de los hechos,
olvidarse de máscaras y apariencias.
Coherencia.
Coherencia, Señor,
de un aprendiz de discípulo
que, a veces, se atreve
a tenerte por maestro.
Ulibarri, Fl. |