Tu silencio, María,
es una hermosa lección para nosotros.
Tú, María,
escuchas, contemplas, sonríes y amas.
Tú, María, escuchas a Dios.
Ahí esta tu secreto.
María, Madre del silencio:
quiero decirte lentamente,
que deseo escuchar a Dios
en el murmullo de mi vida,
de los acontecimientos y de la historia.
María, Madre,
ayúdame a recibir la Palabra de Dios,
para que pueda hablar
con verdad a mis hermanos.
AMÉN. |